Declaración doctrinal

CREEMOS que los 66 libros de las Sagradas Escrituras son inspiradas verbal y plenariamente por Dios, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento y son la autoridad suprema y final en los asuntos de fe y práctica.

CREEMOS en un solo Dios, existiendo eternamente como Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo; que estos tres son iguales en esencia aunque distintos en personalidad y función.

CREEMOS que el Señor Jesucristo fue enviado del Cielo por Dios Padre, concebido en el vientre de la virgen María por el Espíritu Santo, nació en este mundo como Dios encarnado, siendo completamente hombre y Dios a la vez, no conoció pecado, se ofreció a sí mismo como el sacrificio perfecto y eterno por nuestros pecados, resucitó corporalmente al tercer día después de su muerte en la cruz, y volvió al Cielo donde se ha sentado a la diestra de Dios Padre como nuestro Gran Sumo Sacerdote, Mediador, Señor y Salvador.

CREEMOS que el Espíritu Santo es el Agente principal del nuevo nacimiento, trayendo convicción sobre el incrédulo y efectuando la regeneración en él; que, al momento de la conversión, el Espíritu sella, habita y bautiza a cada creyente en el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia Universal. El Espíritu Santo es el Guía del creyente en su andar diario, equipándole para servicio en la iglesia, convenciéndole de su pecado y invistiéndolo de poder divino.

CREEMOS que los dones de lenguas (la capacidad de hablar nuevos idiomas humanos), profecías y sanidades fueron señales temporales dados para el pueblo de Israel y para extender el mensaje del Evangelio en todos los idiomas, y que estos dones cesaron cuando la Palabra de Dios fue completada.

CREEMOS que el relato de la Creación hallado en Génesis es un relato histórico y literal de los hechos creativos inmediatos y directos de Dios. En base de la armonización entre la revelación de Dios y la verdadera ciencia, rechazamos toda noción de la evolución del hombre de otras formas de vida ya preexistentes.

CREEMOS que el diablo o Satanás fue creado en un estado de perfección por Dios pero por su propia voluntad pecó y arrastró consigo una multitud de seres celestes que ahora son los ángeles caídos y los demonios que le obedecen. Es el gran enemigo de Dios y el tentador de los hombres, y quedará derrotado por completo cuando Cristo le juzgue en el gran juicio final.

CREEMOS que Dios creó al hombre a la imagen de Dios, pero por voluntad propia cayó en pecado trayendo sobre sí y sobre toda la raza humana la condenación de la muerte y la eterna perdición. A causa de aquella caída, todos los hombres nacen con una naturaleza pecaminosa y son pecadores en pensamiento, palabra y hecho.

CREEMOS que todos los hombres tienen una libre voluntad para recibir a Cristo, y que pueden ser salvos por medio de la obra del Espíritu Santo y la Palabra de Dios. El hombre ha de reconocer que es un pecador perdido, creer que Jesús murió por sus pecados, arrepentirse de sus pecados, y experimentar el nuevo nacimiento en la familia de Dios.

CREEMOS que la muerte de Cristo como sacrificio vicario consiguió en potencia la salvación de todos los hombres, sin embargo es limitada en su aplicación, pudiendo salvar sólo a los que vienen al arrepentimiento y fe, traídos por el Espíritu Santo.

CREEMOS en la seguridad eterna del creyente porque está eternamente guardado por el poder de Dios; y que por tanto el creyente no puede perder, rechazar ni devolver su salvación; que los apostatas de los últimos tiempos nunca fueron ni serán verdaderos hijos de Dios. Creemos que el creyente pasa inmediatamente a la presencia del Señor en el momento de su fallecimiento, esperando sus galardones en el Tribunal de Cristo.

CREEMOS que la Iglesia Universal, que es el Cuerpo de Cristo, la Esposa del Cordero, es aquella compuesta de todo creyente nacido de nuevo durante la presente dispensación, extendiéndose desde el día de Pentecostés hasta el Arrebatamiento.

CREEMOS que la institución de la Iglesia Local es la manifestación particular de la Iglesia Universal; que es aquella por la que Dios realiza toda su labor en el mundo; que consiste de una congregación de creyentes bautizados por inmersión en base a su profesión de fe en Cristo como su único y suficiente Salvador; que demuestra orden y organización bajo sus únicos oficiales bíblicos siendo pastores y diáconos; que su forma de gobierno es congregacional, autónoma en carácter y libre de toda jerarquía externa; que su misión principal es de adorar y glorificar a Dios, predicar el Evangelio a todo el mundo, edificar a los creyentes, y observar las ordenanzas propias; evitando toda influencia y asociación que comprometa a sus doctrinas.

CREEMOS en dos ordenanzas: el Bautismo por inmersión en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo que simboliza la fe del creyente en la muerte, la sepultura y la resurrección de Cristo; y la Cena del Señor que es para el creyente obediente, que consiste en pan sin levadura y el fruto fresco de la vid, y que conmemora la muerte de Cristo en la cruz hasta que venga.

CREEMOS que tanto la Familia como el Gobierno Civil existen por disposición divina para los intereses y el buen orden de la sociedad humana; sin embargo, debe existir una separación bíblica, de dominio e influencias, entre la Iglesia y el Estado.

CREEMOS que las profecías y promesas de las Escrituras que predicen la futura restauración y regeneración de Israel como nación, serán cumplidas literalmente.

CREEMOS que el arrebatamiento inminente de la Iglesia será pre-tribulacional, pre-milenial y personal para arrebatar a los que hayan creído en El como Salvador. Después de siete años de Tribulación Cristo volverá a la Tierra física y visiblemente, conquistando las fuerzas del Anticristo en poder y gloria, para establecer Su reino literal por mil años. Al final del milenio, Satanás será juzgado y todos los que no estén inscritos en el Libro de Vida del Cordero serán lanzados al lago de fuego donde sufrirán eternamente. Los salvos pasarán a la eterna presencia de Dios en el Cielo.